Saludos, amigos y amigas de la Librotería!! Hoy saldo una deuda MUY antigua: los comentarios a la segunda parte de la trilogía escrita por la suiza Corinne Hofmann, Volviendo de África. Aquí vamos.
Advertencia: HAY SPOILERS!!
Si la memoria no les falla, recordarán que hace un tiempo (más de un año, perdón) les hablé sobre cierta chica europea llamada Corinne que no encontró nada mejor que hacer con su vida que irse a vivir a África, casarse con un samburu y vivir en una choza hecha de caca de vaca, sin refrigerador, sin baño, sin TV, sin chocolates ni aire acondicionado. Lo que hacen algunas por amor. Y qué pasa cuando el amor se acaba?
Corinne y Napirai en Suiza
Lo que hizo Corinne: tomas tu niñita, tu ropa y la de tu hija, y te subes a un avión que te lleva de regreso a Suiza. Suena fácil así, pero lo cierto es que Corinne es la resiliencia hecha mujer. Es digna de admiración por su capacidad de sobreponerse a todo lo que pueda pasar. Con la misma tenacidad que le permitió sobrevivir en Kenia, es capaz de reinventarse: busca trabajo en el comercio (y encuentra rápidamente, recordarán que antes de ser la Masai Blanca Corinne era dueña de una boutique para novias), consigue una casa cómoda para vivir con su hijita, participa en un grupo de madres solas, haciendo redes de amistad tanto para ella como para Napirai, la pequeñita a la que le molesta usar ropa abrigada, y no entiende por qué sus abuelos, tíos y primos tienen la piel de otro color, y por qué le hacen regalos de cumpleaños y Navidad, aunque sí le gusta la nieve, la comida suiza e ir al jardín infantil. Napirai tiene el mismo espíritu de su madre y se adapta rápidamente a su nueva vida. Corinne mantiene contacto esporádico con Lketinga (que encuentra nueva esposa a la velocidad de la luz, el muy vago) y un poco más con James, su hermano menor, e incluso les envía dinero cada vez que puede ya que la familia está en una compleja situación a causa de las guerrillas que se desatan en África. Entre su trabajo, la crianza de Napirai, el tiempo recuperado con su familia y sus nuevos amigos, y la preocupación por su familia política, empieza a escribir un diario de su vida en Kenia, el que será publicado después como La Masai Blanca.
Dicen que las segundas partes nunca superan a las primeras, y creo que esta máxima se cumple en este caso. Volviendo de África no tiene la carga adrenalínica de La Masai Blanca, es una historia mesurada, tranquila, con un final previsible. Aún así, es un libro entretenido y le agradecemos a Corinne que su estilo de escritura sea tan diáfano. En mi caso personal, el primer libro me dejó con mucha curiosidad sobre la vida de Corinne luego de huir de Kenia, así que la lectura de Volviendo de África era casi una obligación para mí.